martes, 18 de noviembre de 2008

Crisis en el mercado del amor





Por todos es de sobra conocido que estamos metidos de lleno en una crisis financiera sin precedentes que ha acabado salpicando a la economía real de todo el planeta. Esto ha hecho temblar los cimientos del sistema: liberalismo, social democracia, qué coño más dará, lo que verdaderamente importa es que estamos bien jodidos.

En España, esta epidemia se ha extendido como reguero de polvora, contaminando a la par, el mercado de la vivienda, el financiero y, finalmente, como no podría ser de otra forma, el mercado laboral. Pues bien, hay un mercado que poco tiene que ver con las hipotecas basura y los activos tóxicos pero que seguramente esté bastante más jodido que todos lo que aquí he citado: "el mercado del amor".

Analicemos: en primer lugar, este mercado sufre unas "barreras a la entrada" brutales, y es que nuevos agentes retrasan indefinidamente su entrada al mismo, malgastando absurdamente el tiempo en relaciones que se encuentran completamente acabadas. Esto además genera que "los productos" salgan en "mal estado" de dichas situaciones.

En segundo lugar, se plantea el grave problema de la "selección adversa". Esto es, la existencia de "asimetrías informativas" y unos elevados "costes de búsqueda" provocan que el agente acabe por no realizar transacción alguna o, de hacerla, acabe eligiendo el "producto" defectuoso. Esto se explica debido a que es muy complicado saber donde encontrar a la persona que buscas y, llegado el caso, se plantea el problema de saber si lo que encuentras cumple los requisitos deseados y si es realmente lo que dice ser. El temor a ser engañado/a asimismo encontrando algún vicio, tara o anomalia lleva a que muchos agentes dejen de realizar "operaciones" entre ellos que resultarían "eficientes".

Relacionado íntimamente con esta idea encontramos otro problema del mercado: la "información imperfecta". En este caso, se convierte en variable esencial realizar grandes inversiones en camapañas de marketing para convencer al consumidor de que nuestro producto tiene las cualidades que desea. Inconveniente: no todo el mundo tiene medios para acometer esos desembolsos y lo transmitido a través de esa publicidad, en general, no genera una información fidedigna. En cristiano: un tío con desparpajo, labia y buena imagen se "venderá" bastante mejor que uno tímido e introvertido independientemente de que, en último término, el primero pueda ser un hijo de puta redomado.

Si hay una anomalia en el mercado que me produce un tremendo desasosiego es "la inflación de las mujeres". Sucede que en este mercado, las mujeres elevan bruscamente el precio de su "producto" debido a la existencia de una, aparente, gran demanda por parte del hombre. Sin embargo, parte de esta demanda es una demanda ficticia o parcial, una "demanda putrida" que sólo busca la adquisición del bien para disfrute inmediato, devolviéndolo después e impidiendo así que éste haya sido adquirido por otro agente del mercado con un "coste de oportunidad" inferior. En la práctica: un "trepa baboso" siempre estará más dispuesto a renunciar a otras inversiones asumiendo costes más elevados, como el abandono de la dignidad, con tal de conseguir el disfrute fugaz de la chica que no un chico tímido y honesto que no tendrá la oportunidad ya que no estará dispuesto a pagar el alto precio de rebajarse intentando atraerla llamando su atención como sea.

En fin gentucilla, todas estas ineficiencas han hecho que me plantee muy seriamente no entrar en esta mierda de mercado y es que el tipo de consumidor que yo represento no pinta nada dentro de este desolador panorama. c´est la vie!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Grande, grande, grandísima entrada majo. Como cuasi-economista no te puedes imaginar lo que me he reido con él.

Ana dijo...

Uyssss, si nos ponemos a describir el 'producto hombre'

torresgump dijo...

Lastimica me da no conocer tanta terminología economista, no puedo gosar del artículo al cien por cien.
Algo que no me acaba de quedar claro, a veces te consideras a ti mismo consumidor. Yo creía que eramos los productos. Es decir, ellas ponen el capital (llámese dinero, tetas, culo, carusa...) y con ello están en disposición de adquirir al hombretón que quieran. Nosotros ya podemos ser unos comerciales profesionales, que si ella no quieren comprar no hay transacción posible. Y además que la crisis hace que no quieran invertir su capital así como así. Mira que yo les trato de vender una bicicleta, que tiene mil ventajas, pero ellas siempre esperan que salga una buena oferta en motocicletas, que esté de moda a ser posible. Nada, tendré que recurrir a páginas especializadas para vender la bici. Y no me refiero a eBay precisamente...

Juanlu dijo...

JAJAJA!! tampoco es mal planteamiento. Nadie juega un papel único en este mercado. En función del fenómeno que he querido explicar con una de las típicas infeciencias de los "mercados competitivos" nos he situado en el rol de consumidor, productor o agentes a secas.

Laurita dijo...

Querido Juanlu, como colega en la materia que nos ocupa, hare referencia a Adam Smith, y esque su " mano invisible" se cumple también en el amor. Lo socialemnte eficiente se consigue cuando cada individuo busca su beneficio personal,y dado que vivimos en un mundo de arrogancia y narcisismo. ¿ De verdad te sorprende el tipo de amor y relaciones de pareja que, entre todos, hemos creado?.