miércoles, 14 de octubre de 2009

Modernas, eternas, dráculas yeyés





A todas mis adoradas. Adictas al carpe diem, sedientas de emociones fuertes y todo aquel vicio confesable (o inconfesable). Seducidas por la erótica del poder y la fama. Alérgicas a la estabilidad, tendentes al fracaso sentimental, complicadas, volátiles y, en definitiva, altamente peligrosas. Atractivos demonios con cara de ángeles, divas presumidas, egoístas y vanidosas. Dotadas de una profunda mirada de corto alcance.

Os perdéis en la obsesiva búsqueda de esa felicidad que alguna vez habéis rozado con la yema de los dedos. La mayor parte del tiempo desorientadas, vacías y desgraciadas.

Esclavas de vuestros delirios de grandeza, muertas antes que sencillas, yeppies aventureras, libres, liberales, populares pero, en el fondo, completamente solas. ¿resistiréis persiguiendo una fantasía que no existe más que en vuestra mente repleta de sueños, incapaces de digerir la mediocridad? o, por contra, ¿sucumbiréis al convertiros en aquello que siempre habéis odiado, de lo que siempre habéis huído desesperadamente, aquello a lo que otras antes que vosotras se sometieron? un destino vulgar, de obscena sencillez. Una fría prisión de rutina y normalidad.

Tiranos sentimientos, se dice que aún queda algo de eso en vuestro interior, que esa es vuestra mayor lacra, que en el fondo todavía seguís siendo humanas, débiles y vulnerables. ¿Seréis capaces de tener la frialdad de escapar de su cruel yugo y realizar lo que buscáis? ¿de no renunciar a la independencia en favor de esa devastadora y traicionera droga llamada "compañía"? Tranquilas, yo estaré con vosotras en este duro trance. Eso sí, mejor a una distancia prudencial, no quiero ser un daño colateral de vuestro destructivo trastorno. O quizá ya es tarde y estoy contagiado por el mismo virus que vosotras. Nos parecemos tanto…

viernes, 2 de octubre de 2009

La gente es gilipollas (y yo más)





El sentimiento de pertenencia es un instinto tan humano como gilipollas. El hecho de necesitar formar parte de un grupo para tener identidad propia, sentirse reconfortado y ser alguien es algo que a pesar de natural e inevitable resulta realmente patético. Los movimientos totalitarios han utilizado eficazmente este mecanismo para anular las voluntades de unos individuos, en muchos casos, aliviados por dejar de ser entes insignificantes para pasar a formar parte de algo verdaderamente "grande".

Pero no sólo el hecho en si mismo es triste, el camino para conseguirlo y las penalidades que los individuos llevamos a cabo para alcanzar tan ansiada meta provocan situaciones que dan verdadera "cosica". Un servidor, sin ir más lejos, sufrió traumatizado una penosa marginalidad por ser estudiante de ética en lugar de religión, por tener un padre cuya profesión era incapaz de explicar mientras que los del resto de compañeros trabajaban en "el polígono", por heredar ropa y material escolar en lugar de estrenarlo y por calzar "nisu´s" en lugar de "Nike´s".

A diario vemos millones de ejemplos maravillosos que retratan la tremenda necedad del ser humano, todos borreguitos de un rebaño (cómo nos gusta acercarnos enloquecidos cuando vemos una montonera de gente alrededor de algo, cómo miramos todos si viene el tren cuando un individuo asoma la cabecita por el andén) y encima con la absurda obsesión por destacar. Y es que existe una atroz competencia por ser como los demás pero mejor, hacer las mismas idioteces pero siendo más guay. Que si la gente se tira de un puente, yo con un doble mortal carpado. Como dice el gran pensador Marlo Brando: "somos gilipollas, desde luego". ¿Cómo si no se explica que verano tras verano se repita el mismo absurdo ritual de dejarnos los ahorros para ir a las playas de España, abarrotadas de los mismos subnormales que llevamos viendo todo el año en la oficina, pasando penurias miles para conseguir un miserable cacho de tierra contaminado con el único fin de obtener un reluciente y dorado cáncer de piel?

¿Por qué sino empezamos a fumar y beber? ¿Por qué nos dejamos absurdamente la pasta en cumpleaños y navidades agasajando a los nuestros con mierda de regalos que a nadie gustan? ¿Por qué tantas otras miles de cosas? Efectivamente, nos esforzamos a diario por ser unos excelentes borreguitos cum laude.

Y ese afán de superación de nuestra propia estupidez por fin pudo inmortalizarse, y tuvimos la posibilidad de publicarlo para que todo el mundo lo viera . Gracias redes sociales!! gracias facebook!! ese lugar maravilloso donde la gente relata el momento preciso en el que va a evacuar para regocijo del personal. El mismo donde puedes anunciar que te vas a Benidorm minutos después de que lo haya hecho el vecino de enfrente. Sí, ese en el que te puedes sentirte molón y especial haciendo las mismas chorradas que tu prójimo. Baño de masas, indicador de popularidad, tierra de peloteo descarado e hipócrita buenrrollismo. Donde puedes re-hacerte eco de tus propias paridas si eres tan triste que nadie lo ha hecho antes. Donde puedes decir lo que te gusta pero no lo que no te gusta. Vehículo inmejorable para dar rienda suelta a tu necesidad de llamar la atención.

El ser humano puede ser maravilloso!!