viernes, 27 de febrero de 2009

¿La ignorancia es la felicidad?





Al hilo del último comentario recibido en la entrada de la gran mentira del amor, se me ocurrió pensar en esta, tan manida, afirmación. Teniendo en cuenta que la realidad es relativa y que depende, no de cómo son en verdad las cosas, sino de lo que uno percibe, cabe hacerse un montón de reflexiones.

Por ejemplo, en el sucio mundo de la política: qué casualidad! es acercarse unas elecciones, en este caso las vascas y gallegas, y empezar a rebrotar la mierda de debajo de las piedras, en un sentido y en otro, para que todo acabe salpicado de la inmundicia corrupta que rebosa los partidos políticos. En este caso, ¿sería mejor seguir en nuestra burbuja de sospechas y especulaciones no confirmadas o sentirnos "reconfortados" por comprobar que, efectivamente, la realidad supera la ficción y que nuestra imaginación se queda a años luz de la caradura descarada, retorcida e ilimitada de los que, por desgracia, nos gobiernan? sinceramente no se que contestar, el que tiene inquietud por conocer el mundo que le rodea será un eterno desgraciado, y más cuanto más informado esté, aunque ni que decir tiene que, ni por asomo, llegará a conocer toda la verdad. El otro extremo es ser un "tonto de baba" que ni se imagina, ni le importan, las tropelías y mangoneos que con su dinero acometen los encargados del erario público.

En el ámbito de las parejas ocurre algo similar. El ser humano es imperfecto por definición de manera que cuanto más en profundidad se conoce a la pareja peores son los hallazgos obtenidos. Realmente, ¿es necesario contrastar determinados hechos? es decir, yo puedo sospechar que mi pareja se sienta atraída (chorree) por "El Duque" pero de ahí a explorar sus fantasías o comprobar en primera persona los efectos de esa atracción hay un mundo. Además que fantasear no es algo éticamente reprobable pero ay! si nos metemos en el truculento universo de los defectos... (mejor no coment). Y qué decir de los inescrutables caminos del "tonteo". A todos nos gusta sentirnos queridos, amados, deseados. Quien más quien menos se hincha como un palomo cuando percibe que despierta interés en otro/a y quien lo niegue no hace más que faltar a la verdad. Por ello, ¿es bueno que yo intente conocer y controlar en profundidad las relaciones de mi pareja con personas del otro sexo? personalmente, pienso que, para mi salud y equilibrio emocional, mejor que no. Evidentemente en todo esto hay límites y esta sana, a la par que natural, conducta humana no debería traspasar la frontera del respeto. Desde luego, todo es opinable pero está claro que si la cosa estuviese por llegar más allá, por mucho que uno quisiera tener a la pareja atada y bien atada, la naturaleza siempre seguiría su curso.

1 comentario:

torresgump dijo...

Si algo aprendí de Matrix y los Simpson, es que vivir en la ignorancia te hace mas feliz que una perdiz. ¿Pero la ocultación de la verdad constituye una mentira? Todo parece indicar que si, entonces lo ideal es que nos mientan para hacernos felices, con lo cual no sólo somos ignorantes, si no también unos pringados... buen dilema.