viernes, 2 de octubre de 2009

La gente es gilipollas (y yo más)





El sentimiento de pertenencia es un instinto tan humano como gilipollas. El hecho de necesitar formar parte de un grupo para tener identidad propia, sentirse reconfortado y ser alguien es algo que a pesar de natural e inevitable resulta realmente patético. Los movimientos totalitarios han utilizado eficazmente este mecanismo para anular las voluntades de unos individuos, en muchos casos, aliviados por dejar de ser entes insignificantes para pasar a formar parte de algo verdaderamente "grande".

Pero no sólo el hecho en si mismo es triste, el camino para conseguirlo y las penalidades que los individuos llevamos a cabo para alcanzar tan ansiada meta provocan situaciones que dan verdadera "cosica". Un servidor, sin ir más lejos, sufrió traumatizado una penosa marginalidad por ser estudiante de ética en lugar de religión, por tener un padre cuya profesión era incapaz de explicar mientras que los del resto de compañeros trabajaban en "el polígono", por heredar ropa y material escolar en lugar de estrenarlo y por calzar "nisu´s" en lugar de "Nike´s".

A diario vemos millones de ejemplos maravillosos que retratan la tremenda necedad del ser humano, todos borreguitos de un rebaño (cómo nos gusta acercarnos enloquecidos cuando vemos una montonera de gente alrededor de algo, cómo miramos todos si viene el tren cuando un individuo asoma la cabecita por el andén) y encima con la absurda obsesión por destacar. Y es que existe una atroz competencia por ser como los demás pero mejor, hacer las mismas idioteces pero siendo más guay. Que si la gente se tira de un puente, yo con un doble mortal carpado. Como dice el gran pensador Marlo Brando: "somos gilipollas, desde luego". ¿Cómo si no se explica que verano tras verano se repita el mismo absurdo ritual de dejarnos los ahorros para ir a las playas de España, abarrotadas de los mismos subnormales que llevamos viendo todo el año en la oficina, pasando penurias miles para conseguir un miserable cacho de tierra contaminado con el único fin de obtener un reluciente y dorado cáncer de piel?

¿Por qué sino empezamos a fumar y beber? ¿Por qué nos dejamos absurdamente la pasta en cumpleaños y navidades agasajando a los nuestros con mierda de regalos que a nadie gustan? ¿Por qué tantas otras miles de cosas? Efectivamente, nos esforzamos a diario por ser unos excelentes borreguitos cum laude.

Y ese afán de superación de nuestra propia estupidez por fin pudo inmortalizarse, y tuvimos la posibilidad de publicarlo para que todo el mundo lo viera . Gracias redes sociales!! gracias facebook!! ese lugar maravilloso donde la gente relata el momento preciso en el que va a evacuar para regocijo del personal. El mismo donde puedes anunciar que te vas a Benidorm minutos después de que lo haya hecho el vecino de enfrente. Sí, ese en el que te puedes sentirte molón y especial haciendo las mismas chorradas que tu prójimo. Baño de masas, indicador de popularidad, tierra de peloteo descarado e hipócrita buenrrollismo. Donde puedes re-hacerte eco de tus propias paridas si eres tan triste que nadie lo ha hecho antes. Donde puedes decir lo que te gusta pero no lo que no te gusta. Vehículo inmejorable para dar rienda suelta a tu necesidad de llamar la atención.

El ser humano puede ser maravilloso!!

4 comentarios:

torresgump dijo...

Maravillosa juventud, todos haciendo las mismas cosas con tal de demostrar lo diferentes que son.

Fantástico artículo, que sabe a poco por el breve ataque a las redes sociales.

Sergio Ortega Romero dijo...

Mejor no se puede expresar lo que es la sociedad de hoy en día.Y lo peor de todo es que sin darte cuenta al final te conviertes en uno de ellos,si no eres autocrítico :)

Juanlu dijo...

Lo del facebook tiene miga como para escribir ríos de tinta pero bueno...a lo mejor me animo en una próxima. Somos borreguitos, por mucho que nos esforcemos en no seguir la corriente, alguna seguiremos.

Cristina dijo...

Como sabes, "lo normal" es lo que haga el colectivo. Sii no te puedes identificar con un grupo,eres un bicho raro.
Si no te interesa relacionarte con el colectivo, porque prefieres a gente un un intelecto más alto, eres "anormal".
Si piensas, lo que el colectivo no suele hacer a menudo, se te rechaza.

Menuda papeleta.